Había oído hablar a alguna amiga de una película titulada Crepúsculo. No recuerdo bien en qué
contexto ni tampoco me enteré entonces de que se basaba en un libro, ni de que
estaba siendo todo un fenómeno.
No sé cuánto tiempo después vi a varias personas con el
libro de marras en el metro y me picó la curiosidad: no de leer el libro que
por la portada tenía un tufillo insoportable a bestseller, sino de ver la película con toda la contradicción
alto-bajo cultural que eso supone…
Me sonaba haber visto escenas delirantes de un partido de
beisbol a saltos voladores por lo que me daba bastante pereza, pero las noches
son largas y por aquel entonces Megaupload lo hacía todo tremendamente
accesible.
45
primeros minutos de fama
Cuando vi la película, lo primero que me llamó la atención
fue la ambientación boscosa y deprimente. Ese tipo de escenarios tan verdes y
austenianos para mi siempre suponen un plus, porque además del rollo inglés me
recuerdan a Expediente X y, en mi
caso, eso siempre es un punto positivo.
Bella apesadumbrada entre sus sábanas lavanda |
Este tipo de cliché, habitual en películas muy dispares del
género como Mean Girls o de nuevo Grease, me gusta bastante porque suele
conducir a un tipo de personaje por lo general atrayente y encantador: la chica
(o el chico) nuevo y diferente que lo cambia todo.
Esas primeras escenas de Bella observando sus nuevas sábanas
color lavanda, Bella como carne fresca acosada por todos los chicos del
instituto, Bella moviendo la melena y expandiendo su olor ante el ventilador, Bella
en la comida y sus comentarios secos pero ingeniosos sobre posibles artículos
para el periódico de la escuela sobre el relleno en los bañadores del equipo de
natación…, son impagables.
Analizando una cebolla en clase |
Amor taquillero |
El plato fuerte llega con el primer encuentro entre los dos
protagonistas, Bella y Edward. No en el que están sentados juntos en clase de
biología y el parece que va a vomitar, sino cuando se ven por primera vez en la
cafetería y, aunque él es inalcanzable y nunca se ha interesado por ninguna
chica del instituto, no puede evitar mirarla a ella que, por supuesto es
diferente y especial, the only one.
Cliché tras cliché se descubre el pastel sobre su identidad
vampírica y tras unas cuantas escenitas de calentamiento flojo y edulcorado –atropello
y caballero andante evitando accidente y toqueteando lo justo de paso– llega la
escena de sexi prebeso y sexi primer beso con ligero forcejeo en el cuarto de
Bella. Y ahí se acaba.
Ya que, por desgracia, esta escena es el clímax de la
película y el resto se puede perfectamente dejar de ver y, como mucho, quizás
saltar a la tercera, la cuarta o la quinta entrega fílmica y “ver” cómo
finalmente “echan” un polvo (Aviso: véase sin expectativas).
Prebeso, primera película |
Para conseguir ver esto, o llegas a la tercera o nada... |
A pesar de todo, y sin un contexto que te haga consciente
del carácter anticuado, sobreprotector, machista, frígido y ultracatólico que
en entregas posteriores desvela tener el famoso Edward Cullen, en esta primera
película sientes la emoción primigenia que sólo ciertas películas de instituto
son capaces de provocarte cuando piensas y te dejas seducir por lo que en
principio podría parecer una fuerte y poderosa relación de tensión sexual
provocada por el hecho de que él es un vampiro y, si se pasa al excitarse y meterla
mano, la mata.
El problema es que la historia no continúa así y, si sigues
viendo y observando, pronto la trama te saca de tu feliz engaño.
Si la “novela” o las posteriores películas hubieran
desarrollado debidamente esa trama, acrecentando la tensión, desarrollando a
los personajes, etc. etc. entonces podríamos seguir hablando de la saga Crepúsculo pero, viendo la moralina y la
vaguedad del resto de películas para mí, sólo merecen la pena los primeros 45
minutos de la primera entrega.
Crepúsculo
High School o por qué esos primeros 45 minutos merecen la pena como película de instituto
Crepúsculo
como película de vampiros es algo que ni siquiera voy a mencionar. Los Cullen
podían haber sido vampiros como millonarios a lo Cincuenta sombras de Grey, como una familia que se enfrenta a otra
en la Verona renacentista o como las bandas
de latinos contra estadounidenses de West
Side Story, es decir, un cliché para destacar esa faceta de opuestos que se
atraen (star-crossed
lovers), personajes inalcanzables y peligrosos para chicas o chicos
“del montón” que van a ser las/los que les cambien bla, bla,bla… un cliché que es
un recurso universal y clásico tan válido como cualquier otro y que desde luego
puede ser de lo más interesante pero, sólo, si se sabe manejar y, más allá de
las escena pseudocachondona del beso, en este caso, no sucede así.
West Side Story |
Francesco Hayez. El beso, 1859. Incluso en el siglo XIX, había más chicha. |
Pero, la suma de un baile prom y escena de elección de
vestidos, escena generacional de charla padre-hija, personaje inalcanzable que
se fija y enamora locamente por personaje anodino creado para la autoproyección
y deleite del espectador, encuentros furtivos y tensos entre los futuros
“amantes” por llamarles algo, charlas con amigas en el patio del recreo o el
comedor, personajes generados para provocar celos y tensión en la trama (la
camarera de voz sexi en el restaurante de Port Angeles, el rubio graciosillo e
insistente que quiere ir con Bella al baile pero luego va tranquilamente con
otra o Jacob, mejor amigo/posteriormente lobo/estereotipo exótico navajo-latino
en contraste con Cullen/objeto sexual), taquillas y flirteo en taquillas (mi
favorito como ya mencioné al hablar de My so called Life)… a mi parecer hacen de los 45-60 primeros minutos de Crepúsculo, y a pesar de muchos momentos
bochornosos, una buena peli adolescente de instituto.
Para que esta fórmula funcione, vuelvo a advertir de que es
necesario no seguir viendo la película una vez pasada esa franja temporal, no
saber nada de las posteriores entregas y desde luego no leer los libros, no por
nada, sino salvo por el hecho de que están tan mal escritos que, probablemente,
tus ojos derramarán más sangre de la que se ve en total en las cuatro o cinco
películas que se han hecho.
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