martes, 21 de enero de 2014

Menos que cero


Pensaba dedicar este post únicamente a la primera novela escrita por Bret Easton Ellis, Menos que cero (1985) pero al final me he animado, y dedicaré algunas palabras a la película.

Como todo el mundo insiste -imagino que porque aparece así en Wikipedia-, le convirtió en millonario y la escribió con 21 años mientras aún estudiaba en la universidad. Se suelen mencionar estos datos como algo tremendamente positivo, dado que ser "tan" joven y publicar una obra en su momento tan leída y controvertida, se interpreta como algo bueno.

Sin embargo, parecemos olvidar varias cosas: 21 años son pocos, pero bien vividos son unos cuantos. Y, por lo que nos dicen, en los 80 se debía vivir bastante. Pero, si tenemos en cuenta que otros escritores han sido verdaderamente precoces como, por ejemplo, Jane Austen (sus primeros escritos son de 1787 -nació en el 75-) o Anaïs Nin que escribió sus llamados Diarios de infancia de los 11 a los 17 años, 21 años no parecen tan pocos. De hecho, Ellis confiesa haber escrito desde que era un niño pero, al hablar de Menos que cero, la crítica resalta la juventud y las ganancias desorbitadas que generaron las ventas de la novela no por sus méritos que son muchos (de hecho le pagaron en un primer momento 5000 dólares e imagino que algo más tardaría en conseguir ser millonario con el libro), sino porque destacando estas variables se construye una narración biográfica laudatoria conforme a unos valores en los que el progreso y la valía se miden en función de la fama y el dinero. Valores que creo que Ellis, precisamente con esta novela, trataba de criticar atentando contra uno de los paradigmas americanos favoritos: el de la dorada y sinuosa California, con Los Angeles, Hollywood y sus estrellas como principales ingredientes.

La novela no me entusiasma. Me parece que es parca, confusa, con poco ritmo y en ese estilo tan despojado, aburrido y directo que me aborrece pero que encanta a los fans del Gran Gatsby y el dichoso Guardián entre el centeno.
Gustos a parte, la novela fue un bombazo por hacer menciones explícitas -desde la óptica fría y distanciada de Clay, el protagonista- a temas como la droga, el sexo forzado, la homosexualidad, la muerte o la prostitución. Y aunque yo me pregunto si es que toda esa gente a la que le impactó tanto no había leído a ningún autor europeo (¿Hola?¿Bataille?), o incluso a los tan mencionados autores de la generación Beat (por lo menos a Burroughs) o al pobre Henry Miller; imagino que el quid de la cuestión está en cómo Ellis sitúa una trama tan descarnada en Hollywood, la tierra de los sueños, y para más inri, protagonizada por una clase social pulcra y adinerada y, por lo tanto, supuestamente ajena a la suciedad y la depravación que rodea a aquellos que pertenecemos a otros estratos sociales.

En definitiva, la imagen que me viene a la cabeza con esta novela es la de las piscinas de David Hockney sólo que, alguien, se ha cagado en ellas. 

Un agua sucia y turbia.

David Hockney. Retrato de Nick Wilder, 1966.
He elegido esta piscina, porque parece que lleva regalito.
Y eso, a pesar de que en libros anteriores como Hollywood Babilonia de Kenneth Anger (publicado en francés en los 50 y en inglés en los 60 aunque prohibido hasta mediados de los 70) o en el reciente Servicio completo de Scotty Bowers (2012) ya se contaban los tejemanejes de Hollywood y sus estrellas, aunque imagino que la diferencia la marcan las franjas de edad teenager con la que trabaja Ellis y, desde luego, el estilo ausente con el que narra la historia. He de decir que, aunque no es mi forma de escribir favorita, creo que le va muy bien a la novela para conseguir un efecto dramático externo sin dramatizar de manera interna. Es decir, el drama lo pone el lector ante la ausencia que genera el escritor. 

En Historias del Kronen, que inevitablemente me ha venido a la cabeza al leer Menos que cero (básicamente esta novela ahora me parece un Menos que cero castizo, no por nada sino porque se publicó bastante después), el drama se carga en los sucesos más que en el tono y, bueno… el resultado es otro. Historias del Kronen no me gustó nada, aunque se le dio mucho bombo y vino muy bien para importar la chorrada de la Generación X, no sé si madrileña o española, con abanderados como Lucía Etxebarría, José Ángel Mañas y Ray Loriga que me da a mi que, como los demás, se hace bastante pis con Easton Ellis. 

Golpe al sueño americano (1987)
Comentaba al principio que sólo pensaba hablar de la novela pero… buscando información me topé con la película Golpe al sueño americano (nuestra bonita traducción para el título original Menos que cero) realizada en 1987 y con un elenco formado por Robert Downey Jr., y el dúo que ya vimos en La chica de rosa formado por Andrew McCarthy (en el papel de un trajeado Clay) y James Spader como el maligno Rip, aunque en realidad en el libro este personaje se corresponde con Finn, proxeneta y traficante de drogas.



Fotogramas de Golpe al sueño americano.
No quiero extenderme con la película así que os dejo este vídeo de YouTube. Una conferencia en la que Ellis cuenta, entre otras muchas cosas interesantes, su experiencia con las adaptaciones fílmicas. Evidentemente la que hicieron de Menos que cero no tiene nada que ver con el libro y, de hecho, en Suites imperiales -secuela escrita en 2010-, hay un pasaje en el que Clay cuenta lo decepcionado que se siente con el modo en que tratan su vida en la película porque, a diferencia de lo que pasa en el libro, no tiene nada que ver con él.

Me da mucha pena haber leído el libro antes de ver la película porque, de otro modo, podría haberla disfrutado como una película de consumo adolescente con ciertos toques turbios. Después de leer el libro esto no me ha sido posible, pero si aguantáis a Robert Downey Jr., queréis ver la aparición que hace un jovencísimo Brad Pitt y estáis de humor para ver una peli de teenagers pasaditos, os la recomiendo.

2 comentarios:

  1. Has dado en el clavo, Marti! Confieso: fan de Salinger, de Scott Fitzgerald y de Brett!! Tampoco he leído jamás a Bataille pero entiendo que ese rasgo de catetitud es tolerable y hasta remediable. Yo también había pensado lo de las piscinas de Hockney, por cierto.

    Adicionalmente, estaba pensando en hacer un post sobre aquellos escritores de la generación X española, parece que me has leído la mente :)

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  2. Muchas gracias, Marta!Las lágrimas de Eros creo que te gustaría mucho y lo del post de la Generación X ¡¡a por él!¡¡!Me encantaría leerlo!El otro día vimos Suburbia y estoy deseando tratar ese tema y comentarlo!

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