Stranger than Paradise. Una película americana
El paraíso tiene cuatro paredes. No importa cuánto lo busques. No importa, tampoco, si lo encuentras o no. El paraíso es una sucesión de paisajes idénticos, de cuartos pequeños, semivacíos, con cuatro paredes, iguales.
Un apartamento de Nueva York, una casa en Cleveland o un cuarto de hotel en Florida. El paraíso sólo tiene cuatro paredes.
El paraíso tiene cuatro paredes. No importa cuánto lo busques. No importa, tampoco, si lo encuentras o no. El paraíso es una sucesión de paisajes idénticos, de cuartos pequeños, semivacíos, con cuatro paredes, iguales.
Un apartamento de Nueva York, una casa en Cleveland o un cuarto de hotel en Florida. El paraíso sólo tiene cuatro paredes.
El nuevo mundo. New York, New York
Eva (Eszter Balint) avanza, por primera vez, por las
calles de una Nueva York decadente, sucia y lamentablemente irreconocible hoy
día. Sólo le acompañan los aullidos de Screamin’ Jay Hawkins, un hombre salvaje
al que adora, una maleta y una gran bolsa.
Eva, la primera mujer, llega al nuevo mundo en el que
le espera su primo Willie (John Lurie) otro Adán que, como ella, ha huido de
una tierra que tampoco resultó ser la prometida. Ansioso por alardear ante su
prima de su casi recién estrenado estilo de vida americano, Willie terminará
por encariñarse con Eva con quien comparte diez días y todos los secretos que
ha aprendido sobre el gran sueño americano: consejos sobre música, ropa y
expresiones coloquiales –ahogar al cocodrilo en vez de pasar la aspiradora–,
las Tv dinner (bandejas desechables de comida congelada para cenar ante el
televisor), los cigarrillos Chesterfield –saben igual en todas partes– y la
televisión encendida a todas horas.
Diez días de humo y de una laxitud casi
asfixiante que terminan con un beso en la mejilla, Eva marchándose a Cleveland
y su vestido en la basura.
Un año más tarde los amigos Willie y Eddie (Richard Edson) “ganan” seiscientos dólares
en una partida de póker y deciden visitar a la encantadora Eva que, no sólo se
ha adaptado al riguroso clima de Cleveland, sino que además trabaja en un Hot
Dog y se ve eventualmente con uno de sus compañeros.
Todos juntos juegan a las cartas con la tía Lottie,
van al cine y descubren que en el triste y árido Cleveland se sienten
exactamente igual que en Nueva York. ¿Por qué si estoy en otra ciudad todo me
parece lo mismo?
Sólo queda una opción y es visitar Florida. El
verdadero paraíso donde hay playa, chicas en bikini y hace calor. Tras
“secuestrar” a Eva reemprenden su particular road trip.
Ataviados con gafas de sol, un cuarto de hotel se
convierte en la sede del tan ansiado paraíso. El tiempo continúa pasando
despacio y los lugares parecen ser, de nuevo, iguales. La blancura de un lago
helado se confunde con la de la espuma del mar o con la de la arena de la playa
(1).
El sentido del humor del destino y un par de golpes de mala y buena suerte termina por separar a este grupo de extraños íntimos.
El sentido del humor del destino y un par de golpes de mala y buena suerte termina por separar a este grupo de extraños íntimos.
Dirigida por Jim Jarmusch en 1984 Stranger than
Paradise narra sin narrar en tres actos un episodio concretamente
inconcreto de la vida de tres jóvenes. Aparentemente insustancial y despojada, Stranger
than Paradise sugiere abiertamente sensaciones y sentimientos sin
narrarlos, describirlos ni desarrollarlos tal y como pasa tantas veces en la
vida misma: las cosas solamente son, no pasan y, a veces, ni si quiera las
vemos.
Lo
que en 1984 Jarmusch convirtió en el primer acto del film fue en un primer
momento un corto que realizó junto con su actor principal y compositor de la BSO John Lurie.
Posteriormente, consiguió de Wim Wenders los medios necesarios y realizó los
dos actos siguientes (Un año más tarde y Paraíso) en los que
aumentan progresivamente el cinismo y los toques surrealistas de sentido del
humor.
Considerada un paradigma del cine independiente que
estaría por venir, Stranger than Paradise fue elogiada por romper con
los convencionalismos del cine norteamericano en lo que imagino que fue el
asumir los de la Nouvelle
Vague francesa (al menos en el ritmo y los tempos del
film que, no sé si es por algo tan tonto como el blanco y negro o que Lurie y
Belmondo llevan sombrero, pero no puedo evitar que me recuerden a Al final
de la escapada incluso cuando no se parecen en nada), y otras referencias
como la literatura beat (Willie se define como un Hipster y se viste
como un gángster, los viajes en coche por la carretera, las relaciones a
tres…), pasado todo ello por el filtro del Nueva York de Andy Warhol o como
dijeron en la crítica del New York Times “…Stranger than Paradise parece una
película de Buster Keaton escrita por Samuel Beckett y Jack Kerouac y dirigida
por Andy Warhol”.
Una película, de nuevo adolescente, que comparte época con títulos como La chica de rosa, Los Goonies, ET o Rebeldes, por lo que al contemplarla –y he aquí la gran ventaja del paso del tiempo– se puede disfrutar con deleite de las otras cosas que por aquel entonces estaban pasando.
Feliz 2014...
(1) La fotografía del film es de Tom DiCillo que, además, hace un cameo e interpreta al vendedor de billetes de avión en el aeropuerto. Un personaje anodino que, sin embargo, desencadena sin quererlo ni saberlo el desenlace de la trama.
Vas desgranando todos y cada uno de mis referentes, estoy encantada con tu blog. Esa escena de Eva, maleta y radiocasette en mano, caminando por primera vez por la ciudad al compás de Screamin' Jay Hawkins me hace palpitar de emoción.
ResponderEliminarMuchas gracias!!!Espero no decepcionarte en próximas entregas jijiji. Tengo un par de cosas pensadas que creo que te van a gustar ;)
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