lunes, 9 de diciembre de 2013

Fuera de onda



Últimamente me siento un poco fuera de onda. Una sensación inoportuna y medianamente familiar que, en esta ocasión, me ha hecho pensar, entre otras cosas,  en la película que Amy Heckerling rodó en 1995 con la por entonces muy popular Alicia Silverstone.




Fuera de onda o Clueless, en su idioma original, fue una adaptación cinematográfica teenager y noventera –cuando los noventa eran sinónimo de skaters, superposiciones y bolsos de plástico y/o transparentes– de la novela Emma, escrita por Jane Austen en 1815.

Como en la novela original, Clueless trata sobre una joven guapa y rica que intenta impulsar socialmente a sus amigas menos favorecidas ayudándolas a encontrar su pareja idónea. La película traslada las situaciones de esta torpe casamentera desde la Inglaterra de Regencia a Beverly Hills, cambiando las cintas y las muselinas por los zapatos de plataforma y los vestidos súper ceñidos, además de rebautizar a la protagonista como Cher, igual que la cantante que, algo fuera de onda por aquel entonces, debió animarse con el optimismo contagioso de su tocaya y lanzaba, tres años más tarde, el disco Believe con el que volvió de lleno a las listas de éxito.

Adaptación cinematográfica de Emma, 1996.
Brittany Murphy y Alicia Silverstone en Fuera de onda.
Fuera de onda lleva un clásico de la literatura a los pasillos de un instituto en el que, como buena película de cheerleaders y taquillas, hay fiestas, bailes, flirteos, desengaños y todo tipo de situaciones propias del género cinematográfico adolescente. Al igual que en la novela de Austen, la protagonista se nos presenta al principio como chirriante y superficial pero la antipatía inicial que produce el personaje (similar a la que causa Reese Witherspoon en los primeros minutos de Una rubia muy legal) se va traduciendo en simpatía según van transcurriendo los acontecimientos de la trama.



Quizás algo más de soslayo que en la novela, el film trata el “drama” adolescente de aquellos que no consiguen ser populares en esos terribles institutos norteamericanos en los que no parece haber nada más importante que ser los reyes del baile aunque, la amabilidad condescendiente y azucarada de la protagonista con aquellos que “no son populares”, genera un hilo conductor mucho más amable y humorístico que el que se puede ver en otras películas similares como La chica de rosa o, de manera mucho más dramática, Carrie.





Pero si algo hace verdaderamente atractiva a Fuera de onda es su estética y el modo en que adelantaba algunos elementos propios de la adolescencia que, por entonces eran incipientes pero que hoy son una realidad plenamente asentada. Una vez superado el sonido Seattle y el tie-dye grunge de comienzos de la década, Fuera de onda supuso una apuesta por la trivialidad, el color, los materiales sintéticos, los bolígrafos con pompón, la normalización de la sexualidad adolescente y las nuevas tecnologías representadas, entre otras cosas, por los móviles tamaño mando a distancia que no sueltan –ni en clase de gimnasia– las protagonistas.



Fuera de onda no hace uso ni de los pechos desmesurados ni de la ingenuidad que se podían ver en algunos ejemplos del género adolescente de los ochenta sino que introduce, a nivel comercial, conversaciones sobre pérdidas de virginidad y otras prácticas sexuales sin hacerlas parecer algo obsceno o poco natural. En el polo opuesto estarían las películas de Gregg Araki o la polémica Kids de Larry Clark en las que la realidad es la misma pero en las que el tono y la sordidez surrealista las alejó del mainstream reduciendo su alcance y, por tanto, su influencia incluso cuando hoy, son películas de culto.

Escenas de Fuera de onda.

Fuera de onda es la crónica anunciada de una generación hipercomunicada y tecnológica y, aunque el argumento y la intención del film, no incidieron en estos aspectos, no puedo evitar ver la película sin sentir que hay resquicios que me hablan de los inicios de al menos una parte de la cultura adolescente que existe hoy en día.



A pesar de la que película recogió tras su estreno buenas críticas, y de que otros films como Mean Girls o la serie Gossip Girl han recogido en cierto modo el legado de esta película y, a pesar de que Alicia Silverston se convirtió en una de las divas teen más aclamadas del momento (junto a Liv Tyler con la que se consagró gracias al bombazo del vídeo Crazy de Aerosmith –adaptación adolescente de Thelma y Louise–; y a otras como Claire Danes quien afortunadamente le quitó el papel protagonista de My So Called Life, Drew Barrymore o Winona Ryder), la película pasa hoy sin pena ni gloria a lo que no ayuda precisamente el olvido en el que han caído los tejidos de látex, su protagonista Alicia Silverston o el triste destino de la coprotagonista Brittany Murphy. Como nota curiosa, destacar que uno de los pretendientes frustrados de Tai (papel de Brittany Murphy) es Jeremy Sisto, el padre del personaje Tessa Altman en la serie Suburgatory, otro título imprescindible para los amantes del cine de instituto.


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