Finales de mayo. Hace buen tiempo y las
clases han acabado.
Estados Unidos, 1976. En poco más de un
mes, se celebra el bicentenario de la Declaración de Independencia. En unas horas, una
gran fiesta.
Los seniors persiguen a los novatos por
toda la ciudad para apalearlos.
El quarterback del equipo de fútbol, la
estrella del instituto, Randall "Pink" Floyd, se debate entre dejar
el equipo, y con ello a sus amigos tirados, o seguir adelante el último año y
firmar la petición impuesta por sus entrenadores de “no ingerir drogas en
verano ni llevar cabo otras actividades que comprometan su rendimiento”.
El aire huele a marihuana.
Las chicas humillan a sus novatas en el parking
de la escuela.
La cerveza llega a la hora equivocada, la
fiesta se cancela pero la acción continúa.
Girls team. Dazed and Confused, 1993. |
American Pie vs Cherry Bomb
En 1993 Richard Linklater reúne a un
reparto de infarto y filma en Austin Dazed
and Confused. Una película de los 90 en torno a un grupo de adolescentes de
mediados de los 70, al igual que en su momento American Graffiti de Georges Lucas (1973), fue una película de los
70 sobre adolescentes de los 60.
Dos vueltas atrás en el tiempo, muy similares
en la forma aunque no en el fondo, para situar la acción en la época en que sus
respectivos directores vivieron la adolescencia. Un acierto, el contar lo que
fueron, y un acierto, el hacerlo sabiendo lo que sabían quince años después.
Las dos películas tienen, a mi criterio,
innumerables rasgos en común:
-Un casting de actores sobresaliente y
certero, uno de los atractivos de ambas películas es ver quién sale y cómo de
joven era entonces (Richard Dreyfuss, Harrison Ford, Matthew McConaughey, Ben
Affleck, Renée Zellweger...)
Matthew McConaughey y Renée Zellweger en Dazed and Confused, 1993. |
-Drive-ins y
Roller Girls. Las dos películas comparten un imaginario estético y cultural muy
similar. El retrato de esa América de provincias en la que la diversión
consiste en “dar vueltas” y ver qué pasa. América sobre ruedas: el coche como
pasaje a la libertad y la independencia, como posibilidad y escenario: cines
para coches, hamburgueserías en las que se recoge el pedido, chevys, camionetas
y descapotables…
American Graffiti, 1973. |
-En ambas películas la acción transcurre el
último día de instituto. Cambia el contexto y desde luego se nota la diferencia
generacional entre una y otra película, pero ambas destilan la emoción que
conlleva la edad, los comienzos y los finales, el vacío del futuro
entremezclado con la emoción del presente y, en el caso de Dazed and Confused, con alguna que otra sustancia.
-Las historias entrecruzadas y
entrecortadas, abiertas y sugerentes. Paradigmática la relación de John Milner,
personaje que representa con la esencia de los cincuentas y la nostalagia de
toda una época tras la muerte del Rock & Roll, y Carol, treceañera
irritante e irresistible a la que termina acompañando toda la noche dejándonos
con unas ganas, muy perversas, de que
suceda algo que no debería suceder.
American Graffiti, 1973 y Dazed and Confused, 1993. |
En Dazed,
este tipo de relación excitante y frustrada se repite y se multiplica en
distintos personajes Jody y Pink, Cynthia y Wooderson (McConaughey), la también
treceañera Sabrina y Tony o Sabrina y su breve encuentro con Mitch Kramer, etc.
etc.
Una de las mejores cosas de Dazed and Confused es el hecho de que
puedan pasar tantas cosas, en una noche, y, finalmente no pase nada. O, visto
de otro modo, que pase tanto sin que pase nada y, lo que es mejor, que tantas
cosas que no pasan puedan llegar a pasar en ese verano largo y prometedor que
es la adolescencia materializada en menciones como el próximo curso o el evento
del verano, el concierto de Aerosmith.
Confusos puede, pero no confundidos
Ambas películas comparten muchas cosas pero
probablemente American Graffiti sea más angustiosa y desencantada, más
nostálgica mientras que, Dazed and Confused a pesar de lo que pueda parecer, de
ese aura de drogas, de las costumbres bárbaras pero aceptadas como ritos de
iniciación que son, o a pesar incluso de los pantalones de campana, efectúa una
crítica a esa cultura que el otro film añora, cuestionando la autoridad
insensata e impuesta sólo por una cuestión generacional (Pink nunca firmará la
petición de sus entrenadores), la hegemonía patriarcal (con alusiones críticas
en torno al carácter heterodominante de referentes televisivos americanos como La isla de Gilligan o personajes
bárbaros como Clint) o las burlas a la historia estadounidense, en el momento
en que se va a celebrar el aniversario de su momento cumbre, con la reflexión
fumeta en torno a Washington como adicto a la marihuana y miembro de un culto
alienígena o la última clase de historia en la que una profesora les invita a
pensar sobre el verdadero significado del 4 de julio (“un montón de hombres
blanco que no querían pagar sus impuestos”).
Dazed and Confused, 1993. |
Los diálogos densos y vibrantes de
Linklater, una de las principales características de su cine, junto con frases
para el recuerdo como la mítica “Lo que más me gusta de estas chicas de
instituto es que yo me hago mayor, pero ellas siguen igual” hacen de Dazed and Confused una película
asombrosa e imprescindible.
Un retrato de una generación
a la que se le quiso colgar una etiqueta, de hecho se le colgó, sin pararse a escucharla
ni a observar su variedad y su riqueza.